Los datos que los consumidores dejan a través de su comunicación directa con la empresa, de sus contenidos en redes sociales, de su navegación por un sitio web, de su compra en un e-commerce, ofrecen infinitas posibilidades de personalización, aquello a lo que apunta el CRM como estrategia y que va a permitir acercarnos a una satisfacción del cliente: conocer lo que quiere, para dárselo y que la experiencia que tenga con la marca sea excelente. Pero todos esos datos desorganizados no servirían sin una interpretación que permita llegar a información de valor. Ahí es cuando entra en juego el big data: registrar y hacer un tratamiento de los datos que todos los días millones y millones de personas aportamos mediante diferentes canales. Por ejemplo, cuando nos comunicamos con atención al cliente de una marca, cuando subimos una foto de nuestra cena a Instagram, cuando posteamos en Facebook nuestras nuevas zapatillas, cuando nos compramos un libro en determinado sitio, etc. El big data